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17-7-2015|19:40|Aniversario AMIA Nacionales
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A 21 años del atentado a la sede de la AMIA

AMIA: “En nuestras casas hay un vacío que sólo se cubre con dolor y lágrimas”

La Asociación 18J hizo su acto para recordar el atentado en la Plaza de Mayo. “Para mí es un día más, porque todos los días son 18 a las 9:53, porque desde hace 21 años todos los días vuelve a estallar la bomba”, dijo Sergio Burstein. Durante cinco minutos, entre aplausos y gritos de “presente”, la lectura de cada nombre se acompañó con la suelta de un globo negro.

  • Fotos: Sol Vazquez.
Por: Laureano Barrera

La bandera de la Asociación 18J: sobrevivientes, familiares y amigos de las víctimas del atentado, tiene un remiendo: sobre el número cero que se utilizó para denunciar los 20 años impunidad, hay un uno pintado con fibra sobre una cartulina blanca. El número es lo único que cambió en la bandera desde el año pasado: ahora anuncia “21 años sin justicia”. “Hace 252 meses mataron a nuestros hijos, y desde ese momento no podemos verlos crecer, hacerse adultos y personas de bien, como todo padre desea de un hijo”, dijo la locutora que condujo el acto, al leer un texto conjunto de la agrupación. Y pidió un minuto de silencio por la memoria de los 85 muertos en el atentado contra el edificio de la AMIA.

—Ellos ya no están entre nosotros— dijo al retomar la palabra. — En nuestras casas hay un vacío que sólo se cubre con dolor y lágrimas. Para que los muertos no mueran dos veces, una por la bomba y otra por el olvido y la indiferencia, soltaremos un globo en memoria de cada uno de los fallecidos.

Al acto, que se montó al pie de la Pirámide de Mayo y duró algo más de 40 minutos, fueron alrededor de 150 personas entre familiares, amigos, sobrevivientes y miembros de otras organizaciones. Durante cinco minutos, entre aplausos y gritos de “presente”, la lectura de cada nombre se acompañó con la suelta de un globo negro, hasta llenar de lunares el cielo.

Después subió al pequeño estrado Diego Beer, hijo de Gerardo y sobrino de Norberto Ariel Dubin, el “Gordo”, que murió en el atentado. “Mañana se cumplen 21 años del atentado a la AMIA, y lamentablemente mi viejo no pudo obtener la verdad y justicia que tanto anhelaba”, dijo Diego con la voz queda. Su padre sobrevoló todo el acto en boca de los oradores: era él quién iba a hablar, pero murió de cáncer dos meses atrás. “Recuerdo ese día, recuerdo haberlo acompañado todos los 18 de julio al acto por el atentado. Algunos de lluvia, otros de frío, otros soleados”, destacó. Y no ahorró críticas a las autoridades de la comunidad: “Recuerdo cuando se le exigió a la dirigencia comunitaria que deje la política de lado y trabaje por y para las víctimas. Al parecer, muchos de ellos siguen ocupando cargos no representativos para todos”.

Graciela Furman, con un hijo fallecido y otro sobreviviente, fue la siguiente oradora. Pidió “justicia local e internacional”, porque “no es una palabra, sino que es una decisión”. Después contó la tragedia en un relato íntimo, familiar. “Mientras tomábamos un café, la radio sonó diferente: interrumpieron la programación y una voz repetía ‘¡explotó la AMIA!’. Todo a mi alrededor se oscureció, no podía aclarar mis ideas: dos de mis hijos estaban ahí”. Fabián Furman, que tenía 30 años, murió en el ataque. Adrián, su hermano, estaba en el segundo módulo del edificio –el menos afectado- y vivió. Hoy, 21 años después, fue quién cortaba cada globo que remontaba vuelo.

“A eso de las nueve subí a ver a mi hermano y tomé un café con él”, recordó en diálogo con Infojus Noticias. “Nueve y algo bajé, seguí trabajando y en eso la explosión, la oscuridad, el humo, el caos. Pensamos que era un aire acondicionado. Cuando salgo por un agujero que había hecho los bomberos en el edificio trasero, miro desde una terraza, miro y parecía Sarajevo en el peor momento”. Adrián sufrió rasguños, lastimaduras menores, pero cuando vio que el cuarto piso –donde trabajaba su hermano- había desaparecido. “Ahí ya pensé lo peor. Y lo mío ya pasó a un segundo plano”. Siete días después, la familia Furman supo que había aparecido el cadáver de Fabián.

El último orador fue Daniel Komarovsky, curiosamente el único que no sufrió ausencias en el ataque. Cuando voló la AMIA, iba en su auto y escuchó la noticia en la radio. Enseguida se dirigió a Pasteur y se quedó 36 horas despierto, removiendo las ruinas del edificio, donde le quedó impregnado “el olor a destrucción de esa mañana”. “No perdí a ningún familiar, pero estoy aquí porque me siento comprometido con el dolor”, dijo. Luego le dio un contenido político a su intervención.

“Desde el año 2007 en adelante, en las Naciones Unidas, el gobierno argentino en la voz de su presidentes exigió a Irán que entregara a los acusados por la voladura de la AMIA. Incluso ofreció que el juicio se llevara adelante en un tercer país. Irán jamás respondió”. Después se refirió al Memorándum de entendimiento. “Este grupo de familiares lo apoyó, porque como dijo Olga Destiar, cuando nada tenés te aferrás a lo único que hay, como una lucecita que se prende. Sabiamente, Olga y los demás familiares dicen ‘no queremos chivos expiatorios ni que la causa se cierre. Y hoy lo ratificamos: queremos a los verdaderos responsables”.

Laura Judith Ambrosoff integra el Movimiento Judío Patria Grande y no tiene familiares muertos en la explosión. Profesa el “judaísmo libre”: “Israel no nos representa, ni la DAIA, ni la AMIA. Somos judíos independientes, pero básicamente somos argentinos”. El 18 de julio de 1994, a las 9:53 de la mañana, pensó en su tía. Era empleada en la DAIA y debía estar allí. Ese día, de camino al trabajo, sintió un dolor de muelas muy fuerte y se bajó del subte una estación antes para ir a un dentista de urgencia. “Mi mamá, mi abuela y sus hijas salimos corriendo para Pasteur, y vimos los escombros, los llantos y los gritos, y la vimos entre esos escombros a mi tía ayudando víctimas”.

Al final del acto hubo abrazos. Después de tantos años de reclamar justicia, están hermanados por la misma catástrofe. “Para mí es un día más, porque todos los días son 18 a las 9:53. Es parte de mi vida, porque desde hace 21 años todos los días vuelve a estallar la bomba”, dijo Sergio Burstein a Infojus Noticias. Una vez, su hijo le dijo que sentía por él un orgullo infinito. Pero le reprocho que por ocuparse de los muertos se había olvidado de ellos. “Y es verdad: muchos de los que hoy estuvimos acá vivimos hace 21 años rodeados de muertos. Para mí la muerte es una compañía: camina junto a mí. Y la impunidad también. Y es ésa la que siempre nos va a encontrar acá. De pie”.

LB/RA

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