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17-4-2015|7:30|Lesa humanidad Nacionales
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Se complica más su situación judicial

El ex juez Miret recibió a una secuestrada al grito de “subversiva”

A Luz Amanda Faingold se la llevaron de su casa de los pelos, en agosto de 1975. La tuvieron en el Departamento de Informaciones Policiales de Mendoza durante una semana. Cuando por fin pudo ver a un funcionario judicial fue recibida con acusaciones

  • Télam.
Por: Infojus Noticias

Cuando entró con 17 años recién cumplidos al despacho del juez federal Luis Miret, sobre la calle Las Heras, Luz Amanda Faingold venía de dormir una semana en el calabozo del Departamento de Informaciones Policiales de Mendoza, la temible D-2, y la última noche en el Hogar de Niñas de Youma. Había sido violada, atada y encapuchada. El juez, pese a todo, la recibió a los gritos.  “Acusándome, gritándome, de una manera muy agresiva, que ahora pienso que era para amedrentarme, en ese momento me asusté mucho, no pude decir nada”, rememoró ante el Tribunal Oral Federal de Mendoza, en el megajuicio que se lleva adelante en la provincia contra él y otros ex jueces como Otilio Romano, Guillermo Petra y Rolando Carrizo, y una treintena de ex policías y militares. De aquél sermón, borrado en la memoria, le quedó grabada una palabra que utilizó el juez: “subversiva”. De esta forma, comprometió aún más al ex juez, acusado de haber sido cómplice junto con sus colegas de la represión ilegal desatada en las tierras de la vendimia.

Faingold fue secuestrada en agosto de 1975 en la localidad de Guaymayén, en la puerta de la casa de un compañero, y llevada de los pelos adentro de un auto hasta el D-2. Para callarla –porque gritaba pidiendo por su padre- le pegaron una piña en el estómago. Cuando llegó la maniataron y abusaron de ella. Ante el tribunal Oral contó que desde su calabozo escuchó a varios de sus compañeros: “Tomini, Mochi, Liggera, Yanzón, Raquel Miranda, Ismael Calvo, Jaime Torrens, María de la Cruz Sisterna, Hechín”, enumeró en su declaración del martes último.

Faingold estaba a disposición del juez Miret. Recordó que en aquella visita a Tribunales estaba atestado de hombres armados.

- No se condecía con el hecho de que yo haya ido en una combi con niños- recordó en la audiencia.

Luego de la entrevista en Tribunales, Faingold fue devuelta al instituto de Menores donde la tuvieron dos semanas más, a pesar de que en su declaración –que tiene su firma y la de sus padres- ella contó que en el D-2 había sido violada. La liberaron por una gestión de su madre ante el entonces ministro de Justicia, en Buenos Aires, a quién conocía porque estaba casada con un médico que había atendido a la mamá del ministro.

Cuando salió, se encerró en su casa mientras la causa seguía. “Me lo tomé como una prisión domiciliaria”, dijo. Rindió las materias del colegio secundario que le faltaban en el Liceo Señoritas. El 17 de marzo, un grupo de militares volvió a llevársela en un Unimog, mientras daban vuelta su casa y se llevaban las cosas de valor. Le dijeron que la llevaban a la VIII Brigada para hacer una declaración, pero fue al D-2. “Mi mamá se metió en el D-2, subimos unas escaleras y nos quedamos como en el rellano, nos dijeron “circulen circulen” y viene el jefe del operativo y le dijo a mi mamá que nos fuéramos y que me sacaran del país”, recordó.

Unos días más tarde, fueron a buscarla otra vez y Luz decidió irse a Uruguay. La pesadilla no había terminado. Interpol la fue a buscar a la facultad de Montevideo, donde estaba estudiando. En cuanto pudo, salió a Río de Janeiro, pidió asilo político en el Acnur, y viajó a Francia. Volvió en agosto de 1984. Allí fue absuelta de la causa judicial por la que Miret y Otilio Romano –que también intervino- la confinaron, siendo apenas una niña, al D-2.

LB/PW

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