Infojus Noticias

14 de Marzo 2016 - 20:10 hs
Ingresa al Archivo de Infojus Noticias
22-8-2013|20:15|Lesa Humanidad Nacionales
Nuesvos testimonios en el juicio por la megacausa ESMA

"El Tigre Acosta repetía que Jesusito le decía quién tenía que vivir y quién no"

Ricardo Coquet, sobreviviente de la ESMA, recordó hoy en el juicio su paso por allí, desde marzo de 1977. El testigo contó la operatoria dentro del centro clandestino y detalló como Acosta y otros represores trataban a los detenidos y cómo se definían los "traslados".

  • El represor Jorge el Tigre Acosta, en una de las audiencias del juicio. Sergio Goya.
Por: Natalia Biazzini

Durante casi tres horas, Ricardo Héctor Coquet recordó decenas de nombres de los compañeros con los que compartió cautiverio en la Escuela de Mecánica de la Armada y brindó detalles de los torturadores que él conoció. Fue ante el Tribunal Oral Federal N°5 que juzga delitos de lesa humanidad ocurridos durante la última dictadura militar en la ex ESMA, en perjuicio de 800 víctimas.

Coquet fue secuestrado el 10 de marzo de 1977 junto a su primo, Oscar Rizzo. A principios de los ‘70, Coquet militó en la Juventud Peronista de Medicina y, al momento de su secuestro, en la Juventud Trabajadora Peronista. “Mi secuestro ocurrió después del mediodía, en Medrano y Lezica, en Capital Federal”, amplió el testigo que ya había declarado en el tramo ESMA II.

En el juicio anterior, Coquet declaró que dentro de la ESMA fue obligado a confeccionar  organigramas con las personas que integraban la organización Montoneros.

El testigo contó la operatoria dentro del centro clandestino: “Todos los miércoles había traslados. Los Pedros, que eran los guardias, subían a Capucha y nombraban números. Nosotros no teníamos nombre, éramos un número. Todos estaban involucrados en los trasladados: los guardias, los médicos, los oficiales. Las personas que trabajábamos en el sótano éramos trasladados a Capucha para que no veamos. Una vez un Pedro nombró mi número, el 896, y tuve que bajar.”

Coquet siguió: “(Héctor) Febrés me había mandado a llamar porque (Carlos) Mazzucco había pedido saludarme antes de ser trasladado. Nos dimos un abrazo y volví a subir a Capucha. Por ese hecho pude conocer cómo era la operatoria de los trasladados. El Tigre Acosta me decía que todas las noches hablaba con Jesusito y le decía quién tenía que vivir y quién no”. 

La fiscal María de las Mercedes Soiza Reilly le preguntó por las embarazadas en la ESMA. “Habré visto a cuatro, cinco embarazadas. Después de parir, eran separadas de sus hijos y asesinadas. A los médicos les decían Tomis. (Jorge) Magnacco era uno. Los oficiales y también los suboficiales estaban a cargo de las embarazadas”.

Cuando le preguntaron sobre Higinio Conrado Gómez, Coquet dijo que había estado secuestrado al lado suyo. “Me contó que era un empresario y que no tenía muy claro por qué estaba en el lugar. Los caballos que robaron los militares eran de él”. Conrado Gómez era uno de los propietarios de los campos de Chacras de Coria. Los militares inventaron una empresa fantasma y la usurparon. “Presionaron a mi madre para que firmara como presidenta, lo hizo creyendo que podía garantizar mi vida. Fuimos a una escribanía en el centro, no recuerdo la dirección”.

Coquet habló de una quinta en la localidad bonaerense de Del Viso. “Había varios oficiales, verdes. Había guardias. Estuvimos ahí un día. Más de diez éramos seguro, de la ESMA”.

Dijo que Jorge Carlos Rádice y otros represores habían montado una empresa de servicios integrales de decoración y construcción que se dedicaba a reparar las casas de los militantes que habían sido tiroteadas para luego venderlas.

Cuando le preguntaron cuál era la relación entre el Servicio de Inteligencia Naval (SIN) y los grupos de tareas, Coquet dijo: “Torturaban juntos. El SIN hacía inteligencia y secuestraba personas que eran llevadas a capuchita para que no se mezclen con los de capucha. En capuchita las personas estaban poco tiempo”.

El juez Leopoldo Bruglia le preguntó por los marinos mellizos García Velazco. Miguel Ángel (alías Dante) y Pablo (alías Sierra) estuvieron en la ESMA. “Dante participó de mi secuestro, era una persona no muy alta, con cara colorada. Siempre me decía que él votaba por mi traslado. No sé si votaban por los traslados, eso me dijo. Serra estaba en inteligencia, pero también estuvo en operaciones”. Coquet mencionó a los torturadores Hormiguita, Bolita y Generoso, que era el enlace entre la ESMA y el centro clandestino Club Atlético. “Mi novia y compañera, la Muñeca, fue secuestrada y hasta su asesinato estuvo en el Atlético”, declaró.

A medida que le preguntaban, Coquet recordaba: “Al que vi fue al Sordo Sergio, que estuvo en enfermería un tiempo. Percibí que lo dejaron morir en el lugar, como a tantos otros compañeros”.

“A Torres de Tolosa lo vi un par de veces. Era un abogado al que le decían Vaca. Pegoraro era un empresario de Mar del Plata, tuve un encuentro rápido y circunstancial con él. Fue trasladado. Delia era la mujer de un marino. Estaba a mi derecha en el lugar donde yo estaba. Me contó que no era militante. Me dijo que su marido la secuestró porque ella no quería firmar un documento por bienes. Fue trasladada en un vuelo común. Estaba alteradísima y físicamente débil. Su apellido era Dileo”.

Entre nombres y recuerdos, Coquet respiraba hondo y tomaba agua en un vasito de plástico blanco. A unos metros, el imputado Ricardo Cavallo, no levantaba la vista de su computadora portátil. En el juicio anterior, el testigo lo enfrentó: “Lo veo a este cerdo de Cavallo y recuerdo a las embarazadas llegando encapuchadas, engrilladas, que pasaban desnudas hacia los vuelos de la muerte y no es fácil verlo tan prolijito, porque también es un torturador”, dijo. 

Relacionadas