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2-7-2014|19:41|Lesa Humanidad Nacionales
TOF 5 de San Martín

Mansión Seré: "Lo peor en la tortura era escuchar el dolor del otro"

Lo dijo hoy Julia Ruiz, secuestrada junto a su marido en el centro clandestino que funcionó en Mansión Seré, ante el Tribunal Oral Federal 5 de San Martín.

Por: Natalia Biazzini

Cuando Julia Ruíz vio por última vez a su marido, Enrique Osvaldo Berroeta, no pudo contener las lágrimas. Keny, como ella le decía, estaba muy golpeado y sucio, tirado sobre un camastro. Era mayo de 1977 y los dos estaban secuestrados en el centro clandestino que funcionó en Mansión Seré. Julia sobrevivió y hoy declaró ante el Tribunal Oral Federal 5 de San Martín, en el juicio que investiga el circuito represivo de la zona oeste del conurbano.

Los imputados en el juicio son los ex brigadieres Hipólito Rafael Mariani, César Miguel Comes y Miguel Ángel Ossés; el ex comisario Néstor Rubén Oubiña, el ex cabo primero Felipe Ramón Sosa, y el ex cabo y ex auxiliar de la Fuerza Aérea, Héctor Oscar Seisdedos. También son investigados el ex cabo primero Daniel Alfredo Scali y Marcelo Eduardo Barberis, quienes pertenecían a la Fuerza Aérea en el momento de los hechos y actualmente están detenidos en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz.

Después del mediodía, Julia llegó a los tribunales de San Martín acompañada de su nuera y de su hijo, uno de los trillizos que estaban con ella la noche que la secuestraron, el 9 de mayo de 1977. Horas antes se habían llevado a su marido, cuando iba a una reunión de Montoneros.

El matrimonio Berroeta vivía sobre la calle Mario Bravo 46, Capital Federal. Cuando la fueron a buscar, Julia identificó la insignia en uno de ellos: eran de la Fuerza Aérea. Durante las casi cuatro semanas que estuvo secuestrada, Julia sufrió torturas con picanas, golpes y hambre. Lo peor dijo, "cuando nos torturaban a la vez y escuchábamos el dolor, los gritos desgarrados del otro". Mientras Julia traía de la memoria sus recuerdos más íntimos, los jueces Marcelo Díaz Cabral y María Claudia Morgese Martín la escuchaban con atención, pero su colega Alfredo Ruiz Paz se dormía por momentos. En esos mismos momentos los imputados conversaban en voz baja entre ellos. Incluso, uno de ellos,  el ex comisario Ouviña le chistó al guardia del Servicio Penitenciario para ir al baño. Pedido que escuchó toda la audiencia, menos los jueces, que siguen el juicio desde el 26 de marzo.

Cuando desde la fiscalía, a cargo de Martín Niklison, le preguntaron sobre violaciones sexuales. Julia dijo que a todas las chicas con las que compartió cautiverio las violaron sistemáticamente. La testigo no pudo poner en palabras su situación personal y en la sala se hizo un silencio incómodo.

Después que la dejaron en libertad, "la patota", como ella los denominó en el juicio siguió hostigándola. La llamaban por teléfono de madrugada y la seguían cuando iba al supermercado.  Una vez le pidieron plata a cambio de la libertad de su marido. Julia aceptó y les entregó la mitad del dinero de la venta de un departamento de su suegro. Era un engaño, Keny continúa desaparecido. Después de eso, Julia y sus hijos se fueron a vivir a Villa Mercedes, San Luis, donde siguen viviendo.

Investigar el lugar donde estuvo cautivo

Antes de Julia declaró Norberto Pedro Urso, secuestrado en su casa de la localidad de Ciudadela el 23 de noviembre de 1977. En 2002 escribió el libro "Mansión Seré" sobre el rol que cumplió ese centro clandestino para las Fuerzas Armadas. Esta mañana contó que los hombres que lo secuestraron estaban disfrazados con pelucas y camisetas de equipos de fútbol. Había tenido una breve militancia en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) años atrás, pero ya no era un militante cuando lo trasladaron al epicentro del circuito represivo de la zona oeste.

Urso relató que cuando llegó a Mansión Seré sintió olor a pasto y pensó que estaba en el campo. "Me preguntaron varias veces por mi nombre de guerra. Les decía que no tenía y me pegaban fuerte en la boca del estómago hasta desmayarme. Cuando les dije que quería ser piloto se ensañaron conmigo".

El testigo contó varias humillaciones que sufrió en manos del guardia Daniel Scali, hoy sentado en la primera fila. "Era el que más pegaba. A un compañero lo colgaron de un fierro con las esposas y le pegaba como si fuera una bolsa de papas", le relató al tribunal.

"Estuve 14 días sin ir de cuerpo y se los comenté a los guardias. Después me pusieron algo en la comida y al otro día tuve terribles retorcijones. Cuando pedí para ir al baño, no vino nadie. Tuve que defecar sobre unos papeles de diarios y mi calzoncillo todo manchado. Había un olor insoportable", dijo con la cabeza gacha. El testigo agregó que a través de ese episodio lo mandaron a tirar los papeles de diario al baño y descubrió que había una ventana. Así pudo orientarse donde estaba. A mediados de diciembre, los militares liberaron a Urso en la General Paz y Rivadavia. “Ahí terminó mi tortura”, les dijo a los jueces.

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