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21-5-2013|18:14|Lesa humanidad Nacionales
Nueva audiencia en la megacausa

Plan Cóndor: el juicio después de la muerte de Videla

El represor fue hasta el viernes uno de los 25 imputados. La fiscalía analiza usar en el proceso judicial las declaraciones periodísticas que hizo Videla el año pasado. Hoy el tribunal comenzó con la etapa de declaraciones. Las primeras en declarar fueron dos uruguayas.

  • El Plan Cóndor desplegó sus alas durante los años '70 y '80, en toda la región. Ilustración: Kitsch
Por: Natalia Biazzini

En todo el mundo fue noticia la muerte de Jorge Rafael Videla, pero hoy no se escucharon menciones a su nombre en la nueva audiencia por el juicio sobre el Plan Cóndor. El represor fue hasta el viernes uno de los 25 imputados. Pablo Ouviña, el fiscal en la causa, dijo que el juicio ya "no será lo mismo, no tenemos capacidad para seguir juzgándolo". La fiscalía analiza usar en el proceso judicial las declaraciones periodísticas que hizo Videla el año pasado, para un libro y para una revista española. Hace una semana, el represor se había negado a declarar en la audiencia. Hoy, el Tribunal Oral Federal N°1 comenzó hoy la etapa de declaraciones. Los primeros testimonios fueron de dos uruguayas que, por teleconferencia, relataron las desapariciones de sus ex maridos en la Argentina. 

 
El Plan Cóndor fue la coordinación de las dictaduras de la región en los ’70 y ‘80 para perseguir, detener y asesinar personas con ideologías contrarias.
 
En teleconferencia desde Uruguay, la primera en declarar fue Gladys Esteve, de 81 años. Su ex esposo, Ary Cabrera Prates, de nacionalidad uruguaya, desapareció en Buenos Aires en 1976. La mujer, de abundante cabellera canosa y anteojos colgando sobre un pulóver azul, respondió en tono campechano. Se la vio cansada a través de la pantalla, cuando jueces y abogados discutían vehementemente instancias de protocolo. Discusión que duró poco más de una hora. “Cualquiera puede hablar las veces que quiera”, se quejó un abogado en los pasillos de Comodoro Py.
 
“Era un excelente hombre, un buen padre, muy querido por todo el mundo”, empezó la mujer. Cabrera había trabajado en el Banco Do Brasil de Montevideo. Ahí comenzó su militancia, en la Asociación de Empleados Bancarios de Uruguay. “La mujer que me lo sacó como marido era militante del PVP y él empezó a militar con ella”, dijo Esteve. El PVP fue el Partido de la Victoria del Pueblo. “Decidió irse a la Argentina porque acá le pisaban los talones por su actividad gremial. Fue peor, porque allá fue detenido”, agregó.
 
“Después de un tiempo, me llegó a Montevideo un papelito con la palabra ‘Tropezón’. Estaba envuelta en un rollito de diarios. Uno se enteraba de las cosas así, en forma clandestina. En abril del ‘76 viajé a la Argentina, recorrí todo lo que pude en Buenos Aires hasta llegar a una antigua estación que se llamaba El Tropezón (del ferrocarril Urquiza)”.
 
A pesar de las preguntas de los abogados, la mujer nunca explicó con claridad cómo llegó a la casa donde vivió su ex marido. Pero contó con detalle la conversación que mantuvo con vecinas de la cuadra. “Llegué a una casa con marcas de balas en la puerta. Las vecinas me dijeron que él había estado viviendo ahí. Hablaron con mucho afecto de él, que tenía cara de bueno”. 
 
-Usted dijo que había visto orificios en la entrada de la casa, ¿los conocía de antes los proyectiles?- acusó un abogado defensor. 
 
-Mire señor, yo no soy una tarada. Cuarenta años atrás era menos tarada. ¿Cómo no voy a saber distinguir un agujero de bala en la pared? A simple vista, se notaba que eran tiros de afuera hacia dentro.- respondió, indignada por la pregunta. 
 
“Las señoras de enfrente deben estar recontra muertas porque tenían mi edad de ahora. Ellas escucharon un tiroteo y vieron entre las enormes plantas que tenían como sacaron más tarde un cuerpo, que quizás haya sido de mi marido”. 
 
“Nunca se supo con certeza dónde estuvo. Una versión decía que había muerto en tortura. Mi yerno, Eduardo Deam, estuvo en Automotores Orletti, fue terriblemente torturado. Sumergido en caca, para hacerle el ‘submarino’. Uno de ellos le dijo: ‘Tu suegro reventó del corazón en tortura pero se aguantó’”.
 
Después declaró Elvira Martínez Sosa, de 74 años, sobre la desaparición de su ex marido Modesto Humberto Machado, también de nacionalidad uruguaya. “Fue mi esposo 15 años. En Uruguay iba del trabajo a su casa, no estaba en política y nunca tuvo problemas”, comenzó. “En el ‘74 nos mudamos con nuestros dos hijos a la Argentina. Él trabajaba en el astillero Astarsa, en Tigre”.
 
“Tocaron el timbre de casa y había dos hombres con sacos de cuero y boina color negra. Esos hombres se llevaron a mi marido. Mis hijos y yo nos quedamos llorando. Fue el día posterior al cumpleaños número 12 de mi hijo: 22 de mayo de 1976”. Al tiempo, Elvira regresó con sus hijos a Uruguay. Mañana se cumplirán 37 años sin saber qué pasó con Machado. 
 
Si bien no hay testimonios del paso por un centro clandestino de detención de Cabrera Prates ni de Machado, se presume que podrían haber estado en un local de la calle Bacacay, en el barrio de Flores, perteneciente al Grupo Operativo O.T. 18. Ese lugar tenía relación directa con el centro clandestino Automotores Orletti, donde operó el Plan Cóndor.
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