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22-5-2013|18:03|Lesa Humanidad Nacionales
El juicio se reanudará el viernes

Se consolida el móvil económico en el secuestro de los hermanos Iaccarino

Cuatro testigos reafirmaron la hipótesis en el juicio oral de La Plata contra los jefes de la Brigada de Investigaciones de Lanús.

  • Télam
Por: Laureano Barrera

En el juicio a los ex policías Bruno Trevisan y Jorge Rómulo Ferranti, por el secuestro y las torturas de los hermanos Iaccarino, en La Plata, cuatro testimonios reforzaron la posibilidad más certera: que fueron secuestrados por la inteligencia del Ejército como parte de una maniobra para despojarlo de sus empresas.

Después de la declaración de Carlos y Alejandro Iaccarino –Rodolfo falleció hace unos años-, la semana pasada, en la que relataron su cautiverio por más de ocho centros clandestinos de detención, hoy declararon cuatro ex detenidos que los vieron en su cautiverio de COTI Martínez, un chupadero manejado por la policía bonaerense. Y que oyeron –de boca de los represores o allegados- que el móvil de sus secuestros había sido puramente económico.

Carlos Miralles, hijo del ex ministro de Economía durante la gestión del gobernador Victorio Calabró, fue el primero en testificar. Recordó un diálogo con Milton Pretti, alias “Sarachu”, el jefe del COTI. “Dijo que había tres clases de secuestrados: los ‘perejiles’, que éramos nosotros porque nos habían detenido para que se entregara mi padre; los ‘ideólogos de la subversión’, y los ‘económicos’, que eran aquellos de los cuales querían sacar un rédito monetario”. Pretti ubicó en esta categoría a los hermanos Iaccarino. “Eran simples mercenarios y ladrones”, concluyó.

Miralles estuvo detenido junto a su ex mujer, que perdió un embarazo en cautiverio, y su hermano Julio César para que se entregara su padre Ramón, cuando ya estaba por abandonar clandestinamente el país. En el COTI, dijo, “nos torturaban sobre un elástico de cama de dos plazas, que nos hacían limpiar para hacer asado cuando iban de visita militares y en esas oportunidades todos teníamos terror porque sabíamos que aunque sea como espectáculo nos llevaban para hacer una tortura”. Allí, en uno de los traslados de secuestrados, lo vio al imputado Ferranti.

Alberto Salomón Liberman, ex ministro de Obras Públicas, y Héctor Mariano Ballent, ex director de ceremonial, eran parte de la misma redada: ex funcionarios del último gobierno constitucional de la provincia de Buenos Aires. Ambos pasaron por el COTI Matínez, y confirmaron el cautiverio y los tormentos de los Iaccarino. Liberman vio las huellas de la tortura “en las muñecas y los tobillos” cuando volvieron de los interrogatorios. Ballent supo del suplicio porque “escuché sus gritos”.

Por último, declaró por teleconferencia desde Santiago del Estero Luis Roberto Ávila Otrera. Su relato fue clave para entender la apropiación de sus empresas como un plan previamente pautado. Relató que estudiaba en la Universidad Católica de Santiago del Estero con un hombre que conocían como “Pepe” Figueroa. “Era un bocón, que decía que todos los días crecía su patrimonio”, dijo el testigo. Le había confiado cómo: compraba en remate viviendas de personas endeudadas a través de una red de testaferros. Un día  que fue a estudiar a su casa, le contó que había estaba en reunión con “oficiales jerárquicos del ejército, el vicerrector de la Universidad Católica de Santiago del Estero, Carlos Jensen, un contador de apellido Breta y Bruno Chesi”. Chesi fue uno de los empresarios que iría a la Brigada de Investigaciones de Lanús a forzar a los Iaccarino a firmar un poder para vender 25 mil hectáreas de campo productivo y un avión. “(Figueroa) dijo que allí habían decidido que unos meses iban a pasar las propiedades de los Iaccarino a nombre de ellos”, concluyó Ávila.

Antes de terminar su declaración, el hombre pidió una custodia o vigilancia permanente para él y su familia. El juicio se reiniciará el viernes, en la última jornada de testigos.

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