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19-9-2015|9:48|Lesa Humanidad Nacionales
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Tilo Wenner: los poemas que sobrevivieron a las llamas de la dictadura

Luego se secuestrar y asesinar al poeta Tilo Wenner, la dictadura quemó su último libro, "Ejercicios para no llorar en vano". Solo quedaron tres poemas, publicados como adelanto en una revista. Esta es la historia de su autor, un periodista, intelectual y artista “libre por principios y por propensión", cómo rezaba el último periódico que dirigió.

Por: Osvaldo Aguirre

En agosto de 1976 la revista El lagrimal trifurca publicó, en Rosario, tres poemas de Tilo Wenner. Eran el adelanto de un nuevo libro, Ejercicios para no llorar en vano, que había sido impreso a fines del año anterior sin llegar a ser distribuido. “Su poesía es una de las mejores de nuestro país, y de las que mejor han sabido aprovechar, con tono propio, los aportes del surrealismo”, decía la nota editorial, que desconocía la suerte corrida por el autor y la obra a manos de la dictadura militar, en la ciudad de Escobar.

Tilo Wenner nació en General Galarza, Entre Ríos, el 3 de febrero de 1931. En la segunda mitad de los años 50 lideró un grupo de escritores y artistas de vanguardia que promovió una serie de publicaciones efímeras, entre Serpentina (1957-1958) y Arte y Crítica (1964). En 1955 se casó con Eliana Naón y nueve años después se estableció en Escobar, donde instaló una imprenta y comenzó a editar El Actual, un periódico que salió primero quincenal y después semanal. El primer número apareció el 18 de noviembre de aquel año. Su lema, “Libre por principios y por propensión: mi estado natural es la libertad”, retomaba una frase de Juan Facundo Quiroga a la que Wenner le daba un sentido preciso: “Ni la fuerza ni el oportunismo condicionan nuestra humilde tarea”.

El Actual comenzó siendo un periódico vecinal de formato tabloide y ocho páginas. El periódico circuló en Escobar y en las ciudades vecinas y alcanzó a tener 500 suscriptores. La información de la pequeña ciudad comenzó a alternar con la cobertura de conflictos sindicales en el conurbano y textos y editoriales de fuerte contenido político.

La obra literaria de Tilo Wenner incluye diez libros de poemas publicados –comprendidos entre La pasión rota, de 1957, y Límite real, de 1972-, otro de ensayos y un conjunto de textos dispersos en revistas y publicaciones colectivas.  “Mi responsabilidad me obliga a no admitir se diga cualquier cosa a propósito de la poesía. Para mí, la poesía es lo importante, se está con ella o en contra de ella. No le doy el derecho al equívoco”, escribió al responder a la escritora Elizabeth Azcona Cramwell, en su libro de ensayos Transmutación (1963). Ese tipo de formulaciones tajantes es característica de sus reflexiones, y se encuentra en sus notas en El Actual: “Un diario expresa intereses reales. Estos pueden ser favorables o contrarios a la clase trabajadora y al pueblo”, escribió en 1974 a propósito de la clausura del diario El Mundo.

Wenner no integró formalmente ninguna agrupación política, aunque sus reflexiones y las páginas de El Actual dan cuenta de su acercamiento a posiciones marxistas y a la izquierda peronista. En una carta del 10 de octubre de 1974 a Francisco Gandolfo, editor de El lagrimal trifurca, anotó: “Cada día que pasa me convenzo más que la poesía renace con las oleadas revolucionarias de los pueblos”. Tenía un nuevo libro, contó en otra carta del 30 de septiembre de 1975 al escritor rosarino Hugo Diz: “Cuando es posible los arrimo a los compañeros de la militancia popular. No puedo decirte bien qué son estos poemas, pero te digo que tratan de expresar la angustia y la esperanza en la dura lucha de nuestros pueblos de América latina por su liberación social, económica y política”

  

El área 410

Desde agosto de 1975 la redacción de El Actual y la casa de Tilo Wenner estuvieron en la misma dirección, Alberdi 641, a treinta metros de la comisaría de Escobar. “En la parte de adelante estaba el diario y en la de atrás la casa familiar. En la planta alta Eliana Naón tenía una academia donde dictaba las clases de dactilografía”, cuenta la investigadora Raquel Pik.

Los contenidos políticos del diario se incrementaron a partir de 1973.  “Que 1975 sea el año en que el pueblo se encuentre unido y en lucha tras un solo objetivo: la Patria liberada”, pidió El Actual al comienzo de ese año. Un número especial del 1° de octubre de 1975 trató la Fiesta nacional de la flor, el evento típico de Escobar, desde esa perspectiva: “Las flores están llenas de trabajo y sudor. Dedicamos este suplemento a los obreros rurales. A los pequeños y medianos productores y a la memoria de Tomás Scarlatto”. En las páginas de El Actual encontraron generoso espacio organizaciones como el Partido Peronista Auténtico y la Agrupación Clasista 1° de Mayo, de los mecánicos, y también los conflictos sindicales que en 1975 convulsionaron a la zona, como los despidos en la automotriz Ford y en el frigorífico San Sebastián. La redacción del diario fue además un lugar de reunión de militantes y dirigentes gremiales.

En 1975 El Actual denunció amenazas policiales a los cronistas que cubrían en Pilar el conflicto de los obreros con San Sebastián. “De todas maneras los trabajadores informaron sobre lo acontecido en la jornada”, consignó el diario. En la madrugada del 7 de enero de 1976 un grupo de ocho policías secuestró a uno de sus periodistas, Ricardo Gabriel Giménez, en el barrio Loma Verde, en el partido de Escobar. Tenía 29 años, militaba en la Juventud Peronista y trabajaba también como alfabetizador de adultos. Wenner denunció la desaparición en la portada de El Actual.

Por entonces, “el oficial Luis Patti ejercía la función de jefe de calle. Escobar era un pueblo, entre urbano y rural, así que conocía a todos sus habitantes”, dice Raquel Pik. De hecho comenzó a apostarse en la puerta de El Actual, para observar a las personas que iban a la redacción.

Giménez apareció fusilado y con mutilaciones –le faltaban las manos y tenía una pierna cortada por arriba de la rodilla y otra más abajo- en un basural de Moreno el 30 de enero de 1976. Gastón Roberto Goncalvez. otro militante peronista y redactor de El Actual (escribía una columna, “Los mates de doña Eva”), fue secuestrado el 24 de marzo y sometido a torturas.

  

El mismo día en que desapareció Goncalvez un grupo policial intentó secuestrar a Wenner. El Actual lo denunció en la portada de su último número, mientras el periodista se refugió en la casa de un amigo. “El 26 de marzo a la tarde lo fueron a buscar tres personas, dos con uniforme del ejército y uno de civil y él accede a acompañarlos hasta la comisaría”, dice la abogada Raquel Pik.

En el organigrama militar, el partido de Escobar conformaba, junto los de Tigre y General Pacheco, el área 410, perteneciente a la zona 4, a cargo del Comando de Institutos Militares, cuyo responsable era el general Santiago Omar Riveras. El 24 de marzo de 1976 el capitán de artillería Eduardo Francisco Stigliano asumió el mando del área, mientras el comisario Juan Meneghini estaba al frente de la comisaría de Escobar.

“El cuerpo de Tilo apareció carbonizado el 2 de abril de 1976 en el camino isleño río Luján con los restos de otras tres personas -señala Pik-. La partida de defunción firmada por el médico Carlos Quetglas y el comisario Meneghini indicó destrucción de cráneo por herida de arma de fuego”.

El hecho no pasó desapercibido para los vecinos, ya que los cuerpos fueron quemados con neumáticos. “Los restos fueron expuestos a temperaturas superiores a 800 grados”, puntualiza la investigadora, y se los inhumó como NN en el cementerio de Escobar.

En junio de 1996 el Equipo Argentino de Antropología Forense exhumó los cuerpos a partir de una denuncia de Patricia Achú, empleada del cementerio de Escobar, e inició su identificación, un trabajo que llevó más de una década: se trataba de Gastón Roberto Goncalvez, José Enrique Tomanelli, Tilo Wenner y Aparicio González.

Un libro abierto

Como muchos familiares de desaparecidos, Eliana Naón recorrió organismos policiales y militares donde no respondieron a sus reclamos o le dieron informaciones falsas. El 25 de agosto de 1976 le contó de su búsqueda a Francisco Gandolfo, que acababa de publicar los poemas de Ejercicios para no llorar en vano. “Después de hacer infinidad de trámites y averiguaciones, no he podido dar con su paradero (…) No sé de qué acusan a Tilo, ni por qué fue detenido, pero lo real es que no sé dónde está”, decía en una carta.

El 14 de febrero de 1977 Naón presentó un hábeas corpus que no prosperó en el Juzgado Criminal Correccional Federal número 2, a cargo de Rafael Sarmiento.

Ese mismo año los militares volvieron a la imprenta de Tilo Wenner. El coronel Antonio Francisco Molinari, subdirector de la Escuela de Ingenieros de Campo de Mayo, encontró los pliegos impresos de Ejercicios para no llorar en vano, que no habían sido encuadernados, y los hizo quemar en un baldío.

Molinari actuó como jefe de Operaciones del área 410 y estuvo directamente involucrado en la desaparición de 25 trabajadores de la planta de Ford en General Pacheco. El activismo sindical y los conflictos en esa empresa habían sido un tema frecuente en El Actual, por ejemplo el 20 de agosto de 1975 cuando el periódico denunció la connivencia de dirigentes de SMATA con la automotriz para identificar a trabajadores con “posiciones reivindicativas”.

El adelanto de Ejercicios… en la revista El lagrimal trifurca incluyó los poemas “Dos ángeles familiares” –dedicado a sus hijas-, “Las copas volcadas” y “Un día nos reuniremos”. En la carta a Hugo Diz de diciembre de 1975, Wenner dijo que se trataba de “un libro abierto –porque le faltan las atroces y bellas cosas que pueden suceder en cualquier momento”. Y así sigue, según el último texto:

Un día nos reuniremos gran suma de minúsculas

despiertas y conmovidas

Entonces derribaremos las puertas del tiempo injusto

Y no habrá nadie entre nosotros que llore por causa

de los ídolos mimosos

Nadie entre nosotros que nos delate con su canto de sirena

a los señores de la infecundidad porque habremos cerrado

tanto nuestras filas que toda la ternura será nuestra

Entonces no habrá nadie entre nosotros con empacho divino

Los curanderos se comerán sus yerbas y se ahorcarán

con sus cintas de medir

Nadie rebelará nuestro poder porque seremos todo el poder

No volveremos nuestros rostros cuando los niños nos sonrían

iremos de nuevo a la escuela con ellos

Entonces no habrá entre nosotros ningún indeciso

Los reclutadores se quedarán sin sueños en el infierno

que les dejaremos por herencia

No nos sentaremos a medianoche en la cama a preguntarnos

sueño o estoy despierto?

Los mesías del valle no podrán ir a las montañas

porque ellas también serán libres

No dejaremos crecer las alas de ningún pichón de águila

Destetaremos los terneros mañosos

Un día nos reuniremos y romperemos todos los contratos

de la providencia, siempre oportuna en desviar el agua

y el aire de nosotros

No habrá invitados especiales entre nosotros

Decidiremos el mundo entre todos

(Agradecimientos: Archivo de Francisco Gandolfo, Hugo Diz, Raquel Pik, Rubén Tizziani).

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