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15 de Marzo 2016 - 14:40 hs
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9-12-2014|19:00|Lesa Humanidad Nacionales
Pedro Sandoval Fontana estuvo presente en la lectura del fallo

Tres años de prisión para el policía que fraguó un allanamiento por ADN

El ex subcomisario de la Policía Federal Adolfo Osvaldo Porcel fue encontrado culpable de encabezar un allanamiento irregular para encubrir al apropiador del nieto restituido Pedro Sandoval Fontana. La sentencia es de prisión condicional, por lo que no irá preso.

  • Fotos: Alejandro Kaminetzky.
Por: Juan Carrá

“Para nosotros que la Justicia lo haya traído a juicio es todo un logro, quizás esperábamos otra cosa, pero bueno la condena siempre sirve”. La reflexión fue del nieto restituido Pedro Sandoval Fontana apenas se supo que el ex subcomisario de la Policía Federal Adolfo Osvaldo Porcel fue condenado a tres años de prisión de cumplimiento condicional y seis de inhabilitación absoluta. El veredicto del Tribunal Oral Federal 5 de San Martín llegó después de una extensa jornada que incluyó la declaración de dos testigos y los alegatos de las partes.

Porcel fue el primero en salir de la sala de audiencias. Eran cerca de las 18,30 y si bien fue condenado seguirá en libertad. No hizo ningún gesto. Tampoco dijo nada. Recibió la sentencia mientras jugaba con una lapicera en una de sus manos.

Para los jueces Alfredo Ruíz Paz, María Claudia Morgese Martín y Marcelo Díaz Cabral durante el debate oral quedó debidamente probado que Porcel, por su accionar durante el allanamiento a la casa de Pedro Sandoval Fontana, encubrió al apropiador Víctor Rei y que además incumplió sus deberes de funcionario público al fraguar un acta de allanamiento hecha sin testigos. Por eso decidieron condenarlo en consonancia con Carlos Cearras del pedido del Ministerio Público Fiscal, que en su alegato había solicitado la pena de tres años de prisión y seis de inhabilitación. Como el monto es excarcelable, Porcel estará durante dos años bajo tutela del Patronato de Liberados y en ese período deberá fijar domicilio ante la justicia y para mantenerse en libertad no podrá tener nuevos conflictos con la ley. Por su parte, desde la querella el abogado Alan Iud de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo habían pedido que la condena fuera de cuatro años y medio y que la inhabilitación alcance los nueve años.

El defensor Darío Álvarez Maximenco en su alegato pidió que Porcel sea absuelto. Consideró que durante el debate no se probó la conexión entre Porcel y el apropiador de Pedro y tampoco la relación del imputado con otros miembros de su familia. En relación a la situación irregular con los testigos del procedimiento, el defensor argumentó que la experiencia suele demostrar que es complicado conseguir testigos en la calle y que lo que hizo Porcel fue solucionar el tema para poder avanzar en el procedimiento.
 

La demora de los testigos

La audiencia de hoy estaba convocada para las 10 de la mañana. La idea era que los testigos Paula Tamara Villar y Pedro Villar –ex pareja y suegro de Pedro Sandoval en el momento del allanamiento irregular– pudieran dar su testimonio sobre lo ocurrido. Los dos habían sido citados también para la primera audiencia, pero se ausentaron y por eso fueron reprogramados. Hoy tampoco llegaron al horario fijado. Los jueces pidieron entonces que fueran a buscarlos, pero no estaban ni en sus casas ni en sus trabajos. Cerca de las 12 un llamado de Pedro Villar avisó que iban en camino y que nunca habían sido notificados que debían comparecer en el juicio. El presidente del Tribunal se disculpó con las partes por la desprolijidad antes de comenzar la audiencia.

Tamara Villa, en su paso por el estrado, confirmó parte del relato de Pedro Sandoval. Dijo que ellos estaban a la espera de que fueran a allanar su casa y que tenían preparados los elementos que el apropiador le había dado a Pedro para entregarle a la justicia. “Él no se lavaba los dientes en casa, no dormía sobre las sábanas”, contó y remarcó que ella escondió su cepillo de dientes en un cajón cuando se hizo el allanamiento para que no quedaran dudas solo pudieran llevar el cepillo plantado por Rei, con el que se le habían lavado los dientes a un perro.

También confirmó que en el allanamiento no hubo testigos y que fueron dos empleados de su padre –uno de ellos analfabeto– quienes firmaron el acta. “Pobres, lo hicieron sin saber lo que estaban firmando”, declaró la mujer. Además contó que ella personalmente fue la que, días después del allanamiento, les mostró la casa a los supuestos testigos para que supieran como era, y que los acompañó a Comodoro Py cuando fueron citados a declarar.

El testimonio de Pedro Villar estuvo cargado de nebulosas. No me acuerdo fue la frase más repetida durante su breve exposición que sí confirmo que el 9 de agosto de 2005 la policía pasó por su panificadora antes de ir a allanar la casa de su hija.
 

Bajo la mano del apropiador

Pedro Sandoval Fontana es hijo de la pareja de desaparecidos Liliana Fontana y Pedro Sandoval, secuestrados el 1 de julio de 1977. Antes de recuperar su identidad, en 2005, Pedro era Alejandro Rei y sus apropiadores el ex comandante mayor retirado de la Gendarmería Nacional Víctor Rei, y su esposa Alicia Beatriz Arteach. Los dos murieron. Él fue condenado en 2009 por el Tribunal Oral Federal 6 a 16 años de prisión. Recién entonces Pedro pudo dejar de ser Alejandro: “tuve que escuchar en el juicio lo que había hecho él para darme cuenta”, contó el nieto restituido a Infojus Noticias.

Ese engaño en el que vivía Pedro fue lo que lo llevó a fraguar con su apropiador el allanamiento a su casa. La justicia buscaba elementos para tomar muestras genéticas y hacer un ADN que le devolviera la identidad. Él se había negado a la extracción de sangre más de una vez.

Mientras Rei estaba preso en Campo de Mayo, supo que la Justicia allanaría la casa de su hijo apropiado. Entonces lo llamó por teléfono y le pidió que fuera a verlo. Cuando fue, el apropiador lo estaba esperando con una bolsa con un peine, un cepillo de dientes, una remera y una toalla. “En 48 horas van a allanarte la casa, tomá, vos dale esto a la policía”, le dijo.

Efectivamente, así ocurrió: dos días después de esa reunión, una comisión de la Policía Federal liderada por el hoy imputado Porcel pasó a buscar a Pedro por la panificadora de su suegro para ir a hacer el allanamiento a su casa. Él no se sorprendió, los estaba esperando. Con su auto guió a los policías y cuando llegó a su casa, los hizo pasar. Mientras su pareja les servía café, él fue a buscar la bolsa con los objetos que le había dado su apropiador. Pedro dijo que se los dio y que Porcel y los otros dos policías los pusieron en unos sobres color madera sin hacer preguntas. “Necesitamos algo más, una sábana”, dijo uno de ellos. Pedro empezó a desarmar la cama. “No, esas no. Danos una de ahí”, dijo Porcel, señalando un armario. Después se fueron, no sin antes disculparse por haberlos molestado.

El allanamiento se hizo sin testigos. Las firmas que constan en el acta, según contó Pedro ante el Tribunal en la audiencia pasada, son de dos empleados de la panificadora de su suegro. Pero las inconsistencias en el acta policial hizo que la Justicia pidiera que se rehiciera el allanamiento. Así, una comisión policial volvió a la casa de Pedro, pero de madrugada. Las muestras tomadas entonces fueron las que sirvieron para devolverle su identidad. Hoy con la condena de Porcel, Pedro siente que se cierra un círculo en su vida.
 

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