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15-10-2014|19:05|Lesa Humanidad Nacionales
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Es el tercer juicio de lesa que se hace en Bahía Blanca

"Los dueños de La Nueva Provincia no estaban felices con lo que él hacía"

Lo dijo Vilma Denk, viuda de Enrique Heinrich, el dirigente gráfico de La Nueva Provincia asesinado en 1976, en el juicio que investiga el rol de la Armada en crímenes de lesa humanidad cometidos en Bahía Blanca. Al cuerpo de Heinrich lo encontraron tres días después del secuestro, asesinado junto a otro obrero, Miguel Ángel Loyola.

  • Sol Vazquez.
Por: Natalia Biazzini

La noche del 30 de junio de 1976 Vilma Denk y su esposo, el dirigente gráfico del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, Enrique Heinrich, estaban durmiendo cuando escucharon que un grupo de personas le rompía la puerta de la cocina a patadas. Era una patota del Ejército, que buscaba a Heinrich. Cuatro días después, a pocos kilómetros de la ciudad, en el paraje la Cueva de los Leones, encontraron su cuerpo y el de su compañero de trabajo Miguel Ángel Loyola, con signos de haber sido toruraods y con  varios disparos en sus cuerpos. Vilma reconstruyó los hechos ayer ante el Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca, que investiga el rol de la Armada durante la última dictadura militar. De los 25 imputados, 13 pertenecían a la Armada, cinco a la Prefectura Naval, otros cinco al Ejército, un oficial del Servicio Penitenciario Bonaerense y un policía de la provincia de Buenos Aires.

Tanto Heinrich como Loyola eran trabajadores del diario La Nueva Provincia, propiedad de Diana Julio de Massot, y además eran dirigentes del Sindicato de Artes Gráficas de Bahía Blanca. Si bien el actual director del diario, Vicente Massot, no está imputado directamente en esta causa, los hechos tienen una relación directa con la investigación que se inició en su contra -en un expediente paralelo- y por el que volverá a ser indagado a comienzos de noviembre.
Heinrich era maquinista en la rotativa y secretario general del sindicato, mientras que Loyola trabajó como esterotipista y tesorero del sindicato. A fines de 1971 impulsaron una movilización para reincorporar a varios compañeros expulsados años antes.

Éste es el tercer juicio de lesa humanidad que se realiza en Bahía Blanca. El tribunal, compuesto por los jueces Jorge Ferro, Mario Triputti y Martín Bava, escuchó a Vilma en el aula magna de la Universidad Nacional del Sur (UNS). La mujer contó que vio a ocho personas con ropa de militares y ametralladoras. “Me amenazaron con matarme y mi marido les pidió que no me hagan daño”. Vilma contó que su marido le pidió una corbata y que ella pensó que era para sacarle una foto, “pero no, habrá sido para atarle las manos y la boca, no tengo ni idea", dijo triste.

Después de unas horas de estar encerrada con sus hijos, Vilma salió de su casa y buscó ayuda. Cuando habló con su cuñada, se enteró que a su hermano también se lo habían llevado y salieron a buscarlos. “Fuimos a la comisaría a hacer la denuncia con uno de mis cuñados y se rieron de nosotros. Nos dijeron que no nos preocupemos, porque en tres días iban a aparecer". Vilma también fue al diario La Nueva Provincia para avisar que su marido y su hermano no iban a ir a trabajar ese día.

El 4 de julio golpearon la puerta de su casa y eran dos efectivos de la Policía que le pedían que se acercara a la comisaría. En la seccional le dijeron que a su esposo lo habían encontrado muerto en la cueva de los Leones pero el comisario a cargo "no dio detalles", declaró ante los jueces.

Consultada por los fiscales, Vilma contó que su marido y su hermano estaban torturados, llenos de tiros y que habían estado con alambre en las manos y los pies. "No les pude decir la verdad a mis hijos, porque eran muy chiquitos, el mayor de 8 y el menor de 2", dijo. Vilma sólo les dijo que su padre "había tenido un accidente y no volvería más a la casa". La testigo contó que tras la muerte de su marido vivió en la casa de sus familiares hasta que decidió irse a vivir a otro pueblo. "Yo no podía vivir en Bahía, vengo a Bahía y mi vida se termina", afirmó.

"Tuve tres ACV, quedé paralítica, soy como el Ave Fénix que he vuelto a renacer", agregó. "Qué necesidad tenían de hacer el daño que hicieron, hubiera preferido que lo metieran preso", expresó la mujer ante el tribunal. Al rememorar la actividad gremial de su marido, Denk dijo que "él luchaba para que los compañeros tuvieran un mejor sueldo, la lucha de él era esa porque era un sueldo muy miserable, era un trabajo insalubre, mi esposo llego a tener tuberculosis a causa de la tinta del diario", afirmó.

También dijo que tras la muerte de su esposo, el diario publicó brevemente que "encontraron asesinado a dos gremialistas que trabajaban en La Nueva Provincia, eso fue sólo, lo que publicó el diario". "Los dueños de La Nueva Provincia no estaban  felices com lo que él hacía, si hubieran podido ahorcarlo, lo ahorcaban”. Y respecto a las huelgas que se hacían en el matutino bahiense que, la mujer contó  que “simplemente se quedaban en el trabajo y no trabajaban". Al ser consultada sobre el Tribunal a qué atribuía el secuestro y homicidio de su marido, Denk expresó que "pienso que es por la huelga, por lo que hacían en la Nueva Provincia".

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