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6-10-2013|10:16|Lesa Humanidad Buenos AiresProvinciales
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La historia se conoció en el juicio por el Circuito Camps

El crimen de Mónica Santucho y el rescate de sus dos hermanos

Fue una de las tantas familias que destruyó la dictadura. A ella le dispararon y la secuestraron el mismo día que mataron a sus padres, en diciembre de 1976. La ejecutaron en 1977. A Alejandra y Juan Manual, sus hermanos, los rescató un grupo de compañeros de militancia de sus padres. Los hechos se relatan en el libro "El carro de la vida".

  • Mónica Santucho tenía 14 años cuando una patota asesinó a sus padres. Luego la mataron a ella.
Por: Milva Benitez

Mónica Santucho tenía 14 años cuando una bala le destrozó el brazo derecho. Otras le atravesaron el pecho, las costillas y también las piernas. Después de que fuerzas conjuntas atacaran su casa y mataran a sus padres Catalina Ginder y Heldy Rubén Santucho, a ella la vieron —enferma y torturada— en los centros clandestinos que durante la última dictadura comandó el general Ramón Camps. A Catalina y Heldy los mataron ese día: el 3 de diciembre de 1976, cuando todavía hacía calor y apenas habían pasado las cinco de la tarde.

El año pasado Alejandra Santucho, hija del medio de Catalina y Heldy –cuatro años menor que Mónica-, recordó la historia ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°1 de La Plata, mientras juzgaban a sus ejecutores. El abogado y escritor platense Jorge Alessandro decidió que el testimonio tenía que multiplicarse, crecer en las páginas de un libro. Lo plasmó en “El carro de la vida”, publicado por la editorial Mil Botellas.

A los protagonistas de esta historia los convocó la memoria y la búsqueda de justicia. Ante los jueces Alejandra también recordó que a los compañeros de militancia de sus padres en Montoneros les debe su vida y la de su hermano Juan Manuel, que al momento del ataque tenía dos años de edad.  

“Eran un Negro (porque así le decían a Oscar Ávila), un Colo (ese era el apodo del heladero Miguel Gallardo) y dos pájaros: Tito Pajarito Martínez y Claudio Esteban el Cuervo Tolosa, al que mataron 20 días después en un operativo cerca del Hospital Español, en La Plata”, recordó Alessandro para Infojus Noticias.

Después del ataque, Gallardo recorrió el barrio en su bicicleta de heladero para dar con el paradero de los chicos. Sus padres se los habían encargado y ellos querían cumplir. Cuando los encontró, en la casa de unos vecinos,  Alejandra les dijo que “los de uniforme” los iban a buscar.

Ese mismo día organizaron el operativo rescate: iban vestidos de “policías, de hombres grandes”, dijo Alejandra a Infojus Noticias. Aclaró que algunos tenían menos de veinte años. Dos noches después, los sacaron escondidos en el carro donde el padre de uno de ellos llevaba los chanchos después de la faena. Iban tapados con paja y bordeando el arroyo El Gato, desde el Melchor Romero hasta el ahora barrio Santa Ana, en las afueres de La Plata.

Cuando Alejandra contó ante los jueces lo que vivió y lo que reconstruyó, en la sala estaban los hombres que le habían salvado la vida, a riesgo de perderla. Después, con ellos, volvió al barrio que sus padres eligieron para huir de la vigilancia de los represores. Y allí Alessandro decidió que debía escribir esta historia.

“El barrio sigue siendo humilde, volví a la casa después de 36 años”, dijo Alejandra. La pareja que vive ahora allí, una mujer y un hombre de unos 50 años, la dejaron entrar. La recorrió, reconoció lo que cambió y lo que estaba igual. En el barrio le dicen la casita “tiroteada”. Antes estaba en el borde: era la última y después venía el campo. Ahora está rodeada de otras casas.

“Yo sabía que esta historia se iba a escribir. Le agradezco a Jorge la iniciativa”, destacó Alejandra. El libro que recupera las voces de los protagonistas, prescindió de otras fuentes. En el recuerdo, lo que deja y lo que olvida la memoria, las coincidencias y los distintos puntos de vista, se enriquece un relato que “recupera la militancia”, dijo Alessandro.

“Acá hay que aguantar lo inaguantable”

A fines de 1975, Catalina y Heldy llegaron con sus tres hijos, de Bahía Blanca a La Plata. Huían de la persecución por su participación en Montoneros. En el Archivo de la ex la DIPPBA (central que comandó la inteligencia instrumentada para los centros clandestinos que comandó la policía bonaerense) los registros lo demuestran.

El padre de Mónica, Alejandra y Juan Manuel había sido “fichado” en el año 1964, por ser “integrante del SUPE”, luego en 1968 por ser “Presidente de la Unidad Básica JP Capuano Martínez de Villa Cerrito”, y finalmente el 19 de marzo de 1976 la DIPPBA abrió otra ficha vinculándolo a la “Tendencia Peronista (montonero)” y también había registros de su mudanza a La Plata.

El operativo también quedó registrado: hablaron de enfrentamiento. En un memorando del 30 de diciembre de 1976, el comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz, informaba: “En el enfrentamiento mantenido por esta policía en las calles 138 y las de 525 y 526 resultaron abatidos Rubén Heldy Santucho y su esposa Catalina Ginder. El presente se evacua en razón de que el primero de los nombrados registra pedido de captura por parte del Jefe del Área militar 181 con asiento en Bahía Blanca.”

El memo no mencionaba el paradero de Mónica, ni a los otros niños. Por testimonio de otros detenidos desaparecidos después se supo que la niña de 14 años fue vista en los centros clandestinos Pozo de Arana y en la comisaría 5°, donde escribió en una pared: “Acá hay que aguantar lo inaguantable” y estampó su firma.Recién en mayo de 2009, y gracias al el Equipo Argentino de Antropología Forense, los hermanos de Mónica supieron que, un mes y medio después del secuestro, fue ejecutada y sus restos inhumados como NN en una fosa común del cementerio de Avellaneda, entre enero y febrero de 1977. 

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