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26-2-2014|18:58|Lesa Humanidad MendozaProvinciales
Ex funcionarios judiciales en el banquillo

Megajuicio Mendoza: “Mi alma ya no estaba en mí, era sólo un cuerpo”

En una nueva audiencia del juicio a ex funcionarios judiciales en Mendoza, el fiscal leyó la declaración de Rosa del Carmen Gómez durante la acusación. La mujer ya relató ante un tribunal las violaciones a las que fue sometida en el D2, el mayor centro clandestino de la región cuyana. Fue una de las primeras testigos que se animó a romper el silencio.

  • Rosa del Carmén Gómez durante su declaración en 2011. Fotos: Marcelo Ruiz.
Por: Penélope Moro Rocchietti

El megajuicio de Mendoza es considerado inédito en el país porque además de juzgar la participación de ex funcionarios judiciales en el terrorismo de Estado, contempla por primera vez en la provincia a los ataques sexuales que sufrieron ex detenidas durante sus cautiverios como un delito independiente de las torturas y tormentos. Los ex policías Julio Héctor Lapaz y Rubén Darío González son los primeros a los que se les leyó la novedosa imputación dentro de la causa que tiene como víctima a Rosa del Carmén Gómez. En total son doce los represores a los que se imputa, entre otros delitos, de violar sistemáticamente a un grupo de personas que hoy son sobrevivientes del D2.

Rosa, junto a un grupo de compañeras de cautiverio, fue una de las primeras testigos en Mendoza que se animó a romper el silencio. Logró relatar y revivir ante un tribunal la atrocidad de las violaciones a las que fue sometida durante su cautiverio. Aquellos testimonios surgidos del segundo juicio de lesa humanidad de la provincia sirvieron de base para que ahora este delito sea reconocido como un crimen contra la humanidad, lo que lo vuelve imprescriptible.

“Tras la primera tortura vino la primera violación. Desde ese día me violaron todo el tiempo: en las celdas, en los baños, en la sala de torturas, mi alma ya no estaba en mí, era un cuerpo, era imposible”, contó Rosa en aquel momento. Ayer, durante la tercera jornada del megajuicio, el fiscal Dante Vega retomó aquellas declaraciones basadas en la fatídica experiencia de la testigo a lo largo de los 9 meses que estuvo secuestrada en el D2. Vega leyó la declaración de Rosa de 2011. La mujer es una de las testigos programadas para este juicio.

Sin filiación política alguna, Rosa estuvo detenida desde el primero de junio de 1976 hasta finales de febrero de 1977. Fue secuestrada cuando tenía 27 años junto a su compañero, Ricardo Sánchez Coronel, que era empleado del Banco Mendoza y militante peronista. Aún permanece desaparecido.

Desde junio a julio de ese año permaneció maniatada y con los ojos vendados. En esas condiciones las torturas y los ataques sexuales se tornaron diarios y de ellos participó más de un represor. “Al principio no veía nada, pero podía identificarlos por las diferentes voces y olores, por el manejo de las llaves. Cuando escuchaba solo una, sabía que venían por mí”, rememoró de la propia voz de la víctima el escrito leído por Vega.

Con el correr del tiempo las torturas cesaron, pero las violaciones se mantuvieron a la orden del día: “La resistencia no tenía sentido, lo mismo me ataban de pies y manos. Me violaban con todo tipo de elementos y con la amenaza de ir a buscar a mi hijo que tenía cuatro meses cuando me llevaron”, relató Rosa. Dijo que sus abusadores se ensañaron con su maternidad reciente mediante manoseos, picanas y quemaduras que sufrió en su vientre y en sus pechos.

En aquella declaración, Rosa denunció que en una ocasión durante su secuestro en el D2 la atendió un médico tras sufrir una intoxicación con un producto que utilizaban para desinfectar los calabozos: “Se me hincharon las manos, durante todos esos meses yo no menstruaba. Pensaba que estaba embarazada de las violaciones. Ese médico me trajo un decadrón. Le dije que podía estar embarazada, me hizo acostar en el suelo y me revisó. Me dijo quedate tranquila que no estas embarazada y esa tarde menstrué.”

En el largo tiempo que pasó Rosa en el D2, antes de ser trasladada al penal de Villa Devoto, le sirvió para grabar en su memoria los rostros de sus torturadores y sus violadores. Años después, una vez en libertad, vio a Lapaz y González en una planta verificadora de Godoy Cruz. Llegado el segundo proceso contra represores de la provincia, pudo señalarlos en el álbum de fotográfico dispuesto para las identificaciones y ambos ex policías fueron apresados, finalmente hoy están siendo juzgados en el marco de la megacausa.

Lapaz, además, participó del comando operativo que la secuestró, junto al ex policía Manuel Bustos –conocido como “Mechón Blanco”-, ya fallecido. “Ese señor participó en mi detención, en las torturas, en violaciones durante los 9 meses en las torturas y fue quien más me amenzó con desaparecer a mi hijo”, señaló.

El fiscal Vega finalmente dio cuenta ante el TOF 1 de los flagelos que sufrió Rosa cada vez que intentó denunciar a sus abusadores durante los procesos de instrucción.  “Cada vez que iba a declarar me sentía muy sola y quedaba muy mal. Nos hacían esperar. Me decían que si las fotos eran reales, me repetían ‘acuérdese que está jurando’, me preguntaban cuántas veces me violaban y me pedían que diera nombre y apellido de los violadores. Me hacían sentir que yo era la culpable”.

Después de dos años de investigación, “el juicio a jueces” puso en el banquillo a 41 imputados entre militares, policías y cinco ex integrantes del sistema judicial. Los procesados de la justicia son el destituido Luis Miret, que fue subrogante y luego juez designado durante la dictadura, de la misma forma que ocurrió con Otilio Romano, también destituido por el Consejo de la Magistratura. A estos dos se suman otros tres ex jueces: Guillermo Petra y Rolando Carrizo, todos funcionales a los procedimientos ilegales practicados a partir del golpe de Estado de 1976.
 
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