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29-7-2014|18:30|Lesa Humanidad CórdobaProvinciales
Nueva audiencia por el juicio por delitos de lesa humanidad en La Perla

"Después de ser liberado, hasta mi mejor amigo dejó de hablarme"

Esas fueron las palabras del testigo Roberto Moyano, que fue secuestrado junto a su padre. Contó la dura condena social después de ser liberado. En la audiencia 162 por el megajuicio de La Perla, los testimonios de cuatro víctimas volvieron a poner en primer plano la crudeza de los secuestros y aportaron nuevas pruebas contra Luciano Benjamín Menéndez.

  • Télam.
Por: Juan Manuel Mannarino

En la audiencia 162 del megajuicio La Perla, en Córdoba, los testimonios de cuatro víctimas volvieron a poner en primer plano la crudeza de los secuestros y la vida en los centros clandestinos. A su vez, se sumaron contra el represor Luciano Benjamín Menéndez. Un testigo, además, dijo que después de ser liberado sufrió una dura condena social. El tribunal dio un cuarto intermedio hasta mañana a las diez de la mañana, donde declararán nuevos testigos.

Roberto Moyano trabajaba en una metalúrgica y estaba afiliado a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Fue secuestrado el 8 de abril de 1976 junto a su padre. Tenía 19 años. Los llevaron a la comisaría de Cosquín, luego a Campo de La Ribera y finalmente a la Cárcel de la Unidad Penitenciaria N°1 (UP1). “Fui golpeado, quemado con cigarrillos en la cara, me interrogaban sobre si era un 'subversivo", dijo antes los jueces. Moyano fue liberado, pero no le devolvieron sus bienes personales. "Estaba sin plata, sin documentos. Le pedí a un colectivero que me llevara a mi casa", contó.

Después del reencuentro con su familia, los tormentos no cesaron: dijo que personas que nunca pudo identificar los amenazaban, los seguían, los amedrentaban. “Fuimos discriminados, estigmatizados. Hasta mi mejor amigo dejó de hablarme. Mi papá fue liberado, pero quedó con una depresión como secuela permanente”, subrayó. Por último, el testigo aportó datos sobre la desaparecida Amelia Insaurralde. Ella era militante del Partido Comunista y también oriunda de Cosquín. "La mataron en Campo de La Ribera, y después dijeron que se había quitado la vida", dijo.

El segundo testigo fue Ricardo Manuel Rodríguez Anido, ex militante del Partido Socialista de los Trabajadores. Tenía 25 años y le había prestado su casa a una pareja de compañeros. A ellos los secuestraron y los llevaron al centro clandestino La Perla. A las pocas horas lo fueron a buscar a él. "Me golpearon, me robaron todo lo que tenía: adornos, libros, objetos", aclaró. Luego lo llevaron a la Ribera, donde permaneció detenido durante tres meses. El testigo exhibió ante el tribunal un hábeas corpus que su padre presentó con motivo de su desaparición. El recurso fue recibido pero nunca fue atendido.

Rodríguez quedó en libertad el 20 de octubre de 1978. "El resto de mis compañeros de UP1 fueron llevados a Buenos Aires. Solo yo fui liberado de ese grupo", dijo y aportó pruebas sobre secuestrados, “como el señor Lockman, a quien tenían secuestrado para robarle todos los bienes”. El testigo vio a Luciano Benjamín Menéndez en La Perla. Vestía con ropa de fajina, tenía las manos en jarra y mostraba una mueca de desaprobación cuando era saludado por miembros de la patota. Antes del tercer testigo, el ex general pidió la palabra para desmentir los dichos del testigo Rodriguez: "Yo siempre vestí el uniforme de montar, las botas y el bridge. Eso para que el tribunal vea que los testigos mienten en cualquier cosa. Mienten en todo", respondió.

Los simulacros de fusilamiento

Enrique Pedro Lafranconi fue secuestrado junto a tres personas por una patota que se conducía en un Ford Falcon, y que irrumpió en su departamento mientras estaba preparando la tesis para la licenciatura de Arquitectura. Corría junio de 1977. "Fue traumático. Estuve años tratando de superar lo que viví. Volví a recordarlo cuando tuve que venir a declarar".  Lafranconi fue víctima de simulacros de fusilamiento. Lo acusaban de ser el jefe de una organización política. "Estuve diez días secuestrados en un lugar que no sabía dónde era. Posteriormente descubrí que era Campo de la Ribera, porque con un larga vistas pude reconocer las torretas, la mampara de la galería y las barrancas donde dos veces hicieron los simulacros", contó.

Y agregó: "Lo que me quedó marcado fueron las dos veces que después de un interrogatorio nos dijeron 'no hay caso' y nos llevaron a una barranca donde pude reconocer la orilla del río. Algunos se desmayaban, lloraban por su vida, otros por la madre. No sé por qué me mantuve parado", recordó. "Si no tiene nada que ver, va a salir, si tenía algo que ver, lo siento mucho", le dijo Menéndez a su hermano cuando la familia lo buscaba. Lafranconi trabajaba en el Ministerio de Desarrollo Social y era militante en la Juventud Peronista.

Tiempo después lo liberaron en las inmediaciones del Parque Sarmiento. Antes, les pusieron vendas en los ojos. Cuando escucharon el coche alejarse, con sus compañeros se las quitaron y supieron que estaban en la calle.

El testigo Víctor Andrada contó que empezó a militar en el ´73. "Queríamos crear conciencia. Teníamos periódicos, volanteábamos nuestras ideas en la puerta de las fábricas, pero no creíamos en la toma del gobierno por las armas".

-¿Qué partido?, preguntó un juez del tribunal.

-Política Obrera. En el ´75 la organización empezó a funcionar de manera clandestina porque habíamos visto muchas cosas: la masacre de Ezeiza, el “Navarrazo”. Ahí perdí contacto con ellos. Hacia el año 1977 estaba terminando un curso de enfermería y trabajaba como albañil.

El 4 de mayo de 1977 Andrada estaba en un bar con su novia y una patota los sorprendió. “Nos golpearon y nos redujeron hasta meternos en un vehículo", dijo. Así llegaron a Campo de la Ribera, donde los ingresaron con los ojos vendados. Según Andrada, los interrogadores venían de La Perla. La familia no tuvo noticias de él, hasta que un juez de apellido Parodi les dijo que estaba "a disposición del área 311". Ante las preguntas, el juez explicó que se trataba de una nomenclatura jurídica para referirse a Menéndez.

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